viernes, 18 de abril de 2008

La corrupción sociológica
"Como el mercado es incipiente, el Estado se convierte en la principal o única fuente de ocupación e ingresos, en un medio privilegiado de sobrevivencia o de ascenso social"

Por: Jaime de Althaus Guarderas
Diario El Comercio. Viernes 18 de Abril


PREAMBULO

A veces el Sr Althaus es atinado en sus comentarios, nos ha tocado otras veces criticarlo por el sesgo aburguesado en la aproximación a los hechos sociales, sin embargo hay que reconocer que en este artiículo, la erudición lo ha llevado al meollo de muchas de nuestras contradicciones. La corrupción no es de otros... es de todos, o casi todos. ¿Quien no ha hecho alguna vez una favor a un amigo, familiar o vecino? .... que tire la primera piedra... o de lo contrario que lo reconozca y empiece a aportar por una educación ciudadana diferente. Sin embargo, solo una previsión antes de presentar el artículo, esta "corrupción" que el columnista identifica en el sector público también está presente en el privado, donde a veces los circulos de amistad y poder son mas cerrados e insensatos... aunque ya hay un sector mejor formado que empieza a romper los esquemas familiares. Bienvenidas las oportunidades para todos.


ARTICULO

Hay distintos tipos de corrupción. Hay uno derivado del modelo político: si el poder está muy concentrado, se pueden desarrollar formas incluso perversas de corrupción. Fue el caso de los últimos años de Fujimori-Montesinos. Hay otro tipo derivado del modelo económico. Cuando este es intervencionista o estatista y el funcionario posee amplia capacidad de decisión sobre a quién otorgar o no créditos, licencias, aranceles, dólares, etc., se multiplican las ocasiones para la coima o la colusión. Así fue en los años 70 y 80. El caso del Banco de Materiales es, en parte, un rezago de ese modelo.
Pero también de otro tipo de corrupción, una que podríamos llamar "sociológica", que tiene que ver con el nivel de desarrollo social y del mercado. En el Perú somos todavía --más aun en provincias-- una sociedad de estatus antes que una sociedad de contrato (E. Maine). Las relaciones se basan en contactos y posiciones personales antes que en mecanismos impersonales. No hay una ciudadanía universal: no todos tienen iguales derechos y deberes: se favorece, desde el Estado, a los amigos, a los parientes, a los compañeros de partido, y es muy difícil sustraerse a la presión de los allegados. Es lo que hemos visto estos meses en el Congreso. Los funcionarios, por lo general, carecen de nivel profesional y no existe una carrera meritocrática. Se asciende o se conserva el puesto en virtud de relaciones de parentesco, amistad o poder, movilizando y acrecentando el capital social propio. Dado que el mercado es incipiente, el Estado se convierte en la principal o única fuente de ocupación e ingresos, en un medio privilegiado de sobrevivencia o de ascenso social, en un instrumento para la acumulación económica personal. No es el Estado al servicio de la sociedad, sino apropiado por grupos o argollas. Es el Estado patrimonial, premoderno, anterior a la burocracia racional de Max Weber.
Lo curioso es que, en esa situación, todos critican acremente la corrupción pero todos participan de ella. Eso es lo que comprueba un estudio de Ludwig Huber y el IEP sobre la pequeña corrupción en Ayacucho publicado en la revista "Economía y Sociedad" número 66 del CIES. El estudio encontró corrupción en todos los niveles, "desde la pugna entre el gobierno regional y la Dirección Regional de Educación para colocar gente de su entorno en las UGEL provinciales, pasando por la corrupción en la burocracia y en las instituciones educativas, hasta el aula". Cobros para contratar a un postulante a profesor son normales, por ejemplo. Todos condenan el juego pero todos entran en él (es probable que los que critican lo hacen porque el poder burocrático local ha sido capturado por grupos distintos al propio, y por lo tanto no se benefician de único bien dispensador de fortuna).
Ese sistema es lo que explica la inaudita resistencia a la ley de carrera pública magisterial y a las evaluaciones. Hace falta educación ciudadana. El verdadero cambio, sin embargo, solo podrá venir de abajo: empoderando a los padres de familia con estándares del rendimiento de sus hijos y a los campesinos con tecnologías que les permitan convertirse en ciudadanos emprendedores. Es decir, desarrollando transparencia y mercado desde la base.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Bien dicho. Estoy contigo. -mariella-
uno por uno.