lunes, 3 de septiembre de 2018

De maestro a escritor, una apuesta literaria por una niñez intercultural




Siempre me gustó escribir, desde pequeño escribía cartas a mis padres cuando viajaban o para fechas importantes. Luego descubrí la poesía e intenté escribir algunas, pero sin mucha idea de lo que implicaba. Lo más en serio que recuerdo es una que mandé para un concurso Nacional de poesía escolar sobre los árboles organizada por la Municipalidad de San Isidro en Lima,  quizá era 1986 o quizá 87. Eran años difíciles para el Perú, con un presidente treintañero vivíamos la época de las colas para alcanzar comida básica como arroz, azúcar o la famosa leche ENCI, la falta de agua, y los paquetazos. Nuestra moneda dejó de ser el SOL y se llamó INTI que solo duro unos años… entre 88 y 89 escribí mucho en genero  de poesía y también epistolar. Ahora casi 30 años después me estrené como escritor de cuentos para niños.
Este proyecto Los Relatos del TIO MAENI comenzó hace muchos años… digamos que como parte de mi etapa de aprendiz de lector a los 13 años me leí los cuentos andinos de Enrique López Albujar, años después me tocó ser profesor de uno de sus nietos, todo un honor para mí estar con uno de los herederos por quien gracias a sus letras me acerqué a sombríos relatos de jarjachas y cabezas voladoras. Ya en la universidad conocí mejor a Arguedas y me identifiqué con su tragedia y sus sinceras búsquedas de lo nuestro… andino y mestizo, tayta y misti… Siendo arequipeño el nombre de mi Apu principal empezó a tener otra connotación, mi Arequipa no solo tenia al Misti como Apu, sino que era la tierra de los mistis, de los "patrones" y así fui descubriendo y comprendiendo nuestra larga historia de inequidad instalada desde la colonia o quizá antes, pero definitivamente con la colonia nuestro mundo se dividió y aun no lo podemos zurcir con ese remallado invisible que solo manos diestras y de corazón amplio pueden hacer.

Debo mencionar que en mi época de universitario también escribí y mucho, de hecho lo más importante para mí, más que los exámenes y las lecturas interminables de historia, literatura y filosofía, era escribir ensayos o trabajos de creación propia. Recuerdo con mucho agrado mi trabajo final para el curso de antropología filosófica, fue un breve tratado epistolar sobre los dilemas de la vida, o mi estudio sobre el personaje del Opa en la literatura de Arguedas, o el visionario estudio sobre la locura de Hamlet que me llevó a conocer al genial maestro de la genealogía y el perspectivismo Michael Foucault. Debo mencionar  también uno de los escritos pioneros en mi interés sobre asuntos interculturales, mi ensayo sobre la España del siglo XI al XII su esplendoroso Califato de Córdoba y la pacífica convivencia entre musulmanes, judíos y cristianos. Quién sabe si en mi próxima y pronta vejez me anime a pulir alguno de esos estudios.

Bueno, entonces mi labor de escritor tiene cierta data, pero más de corte académico algunos de los cuales fueron publicados como artículos educativos o de “filopedagosofía”. Pero ¿cómo así llegué a la literatura infantil?.  Debo confesar una verdad que pocos conocen, pero que anida como una herida abierta en lo más hondo de mi espíritu. Hay un angelito en mi vida a quien están dedicadas estas historias que quizá no pude contar en vivo y en directo, pero es ella mi primera gran inspiración, y que luego fue tomando rostros de niños concretos mis queridos sobrinos, mis alumnos y ahora mis colegas docentes.

Los Relatos del Tío Maeni recogen y reinventan historias de mis viajes por diversas regiones del país, en las que adrede y con total alevosía y premeditación utilizo frases o vocabulario en lenguas originarias peruanas, lenguas de pueblos y personas que viven y vivieron en estas tierras hace cientos de años y que formas parte de lo que somos y que hemos negado por siglos, lenguas con las que nuestros ancestros aprendieron a nombrar el mundo, su entorno natural y sus vivencias, lenguas que nos abren a mundos que aún están ahí, formas de ver y sentir el mundo que espero las nuevas generaciones puedan acceder de manera más natural . Además, este personaje medio tierno y salvaje, asume la voz de los animales, del bosque, de los seres que acompañan las cosmogonías,  cosmovisiones y cosmoaudiciones, cosmopalpitaciones… formas del sentipensar andino amazónico, de ver y ordenar el mundo. Esa es la apuesta intercultural, empezar a acercar a los niños y jóvenes a esta diversidad.

Los Relatos del Tío Maeni, son solo relatos, no aspiran a un formato literario de cuento, novela o fábula, son relatos, quizá algo enredados a veces,  que remiten a memoria, experiencia, territorio, fuerza, emoción y enseñanza. Estos relatos reinventan historias o anécdotas de su autor, de los viajes y encuentros con personas de todo el Perú. Como parte de la apuesta formativa reparan también en temas ambientales y trae mensajes intencionales para cuidar la “casa común”y sintonizar de otra manera con el mundo, con cariño, con cercanía afectiva y con algo de magia, porque no solo debemos quedarnos con las formas mágico religiosas traídas por los colonizadores, aquí en nuestras montañas y cañones profundos, o en nuestra llanura amazónica hay mucho por descubrir. Gracias a los excelentes dibujos de Mario Rivas Chipana hemos logrado concluir la primera serie de 5 relatos ambientados entre Cusco y Lambayeque. Es una serie que tiene previstas 3 entregas de 5 cada una con relatos de al menos 10 lugares diferentes. Ojala nos de la vida para concluirla.

¿Quiénes son los lectores de los Relatos del Tio Maeni?, principalmente son los niños, pero a muchos adultos también les ayudaría leerlos, pues seguramente desconocen aspectos básicos de nuestra realidad diversa y única. Son relatos a veces duros a veces profundos y complejos pues buscan iniciar a los mas pequeños en el conocimiento de valores, creencias, formas de vida y de ver el mundo de nuestros  pueblos y sintonizar con nuestras raíces hoy deterioradas por al TV basura y las migraciones de pueblos enteros a las ciudades en busca de“aprender más cultura”. Estos relatos intentarán que nuestra niñez y juventud cuestione lo que nos ofrece este sistema y con la esperanza de que podamos cambiar un poco el rumbo, asume tercamente que en nuestro mundo hay una racionalidad que nuestra prepotencia “homo sapies” aun no descubre.

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