miércoles, 2 de abril de 2008

TINKUY


apuntes para repensar nuestra ética

“El saber cuya esencia es la crítica
no puede reducirse al movimiento objetivo.
Conduce hacia el Otro. Recibir al Otro,
es cuestionar mi libertad.”
Emmanuel Levinas:
Totalidad e Infinito



En los siguientes párrafos vamos a presentar algunas pistas de nuestra propuesta ética que busca conjugar las tres ventanas abiertas en la segunda parte de la exposición. Tematizar el encuentro es plantear que lo ético es dinámico y es el resultado de un “entre” nunca solo lo mío, nunca solo lo tuyo. Es en ese nuevo espacio que se crea entre dos que se reconocen próximos y distintos, que surgen auténticos principios de vida. A hora algunos derroteros de estas formas de “encuentro” que sostienen nuestra eticidad.

1. Ética del encuentro con el mundo y en el mundo.

“La ley de nuestro pueblo se diferencia de la del blanco porque la ley Riowa viene de los hombres y está escrita en el papel mientras que la ley de nuestro pueblo fue Sira (Dios), quién la dicto y la escribió en el corazón de nuestros sabios Wejayas (chamanes). El respeto a lo vivo y a lo no vivo, a lo conocido y a lo desconocido, hace parte de nuestra ley, Nuestra misión en el mundo es narrarla, cantarla y cumplirla para sostener el equilibrio del universo. Nuestra ley U’wchita es uno de los postes que sostienen el mundo. Nuestra ley es tan antigua como la misma tierra, nuestra cultura se ha organizado siguiendo el modelo de la creación, por es nuestra ley de la tierra y la tierra (misma) es una sola”[1]


Una primera experiencia del encuentro que proponemos tiene que ver con el retorno en la comprensión del individuo como parte de su entorno físico, vivo y vivificante, retorno al sentido de la tierra. Acostumbrados a ver el mundo, la naturaleza y sus riquezas como la fuente de recursos explotables para el provecho de la humanidad, ahora nos toca sentir el latido de lo que nos rodea. Esta primera condición de la ética del encuentro plantea una comprensión de lo humano menos desarraigado de su entorno natural y social. No solo estamos viviendo en la faz de la tierra, vivimos de ella, de sus condiciones, de su inagotable fuente de conocimientos, sabiduría, nuestro pensamiento está condicionado por sus espacios geográficos y lo que podemos conocer de ella representa muy poco de lo que en realidad es. En un mundo que empieza a descubrir que al paso que va el mercado y la irracional explotación de recursos naturales es probable que desaparezcamos más rápido de lo imaginado, urge una nueva forma de vincularnos con nuestro ethos, con nuestro lugar histórico, que busca redescubrir características bióticas en lo que típicamente llamamos abiótico, sus energías, sus interacciones y su vitalidad. La conciencia ecológica de occidente tiene esta característica de retomar la armonía entre el hombre y la naturaleza luego de la constatación de que nuestra ciencia y tecnología están generando serias alteraciones climáticas que vulneran la condición humana. Sin, embargo esta entrada aun puede ser homocéntrica, hay corrientes tanto desde la tradición del pensamiento indígena mundial y la llamada ECOSOFIA que plantean un descentramiento del hombre hacia el entorno físico que es el lugar del encuentro. Desde esta perspectiva, es importante considerar que la ética del encuentro reconoce en la condición o la circunstancia (Ortega y Gasset) la posibilidad del encuentro.

No se equivocaba Mariátegui cuando decía que “El nuevo planteamiento consiste en buscar el problema indígena en el problema de la tierra”. (Mariátegui, 1970: 45) Aunque su punto de análisis de la tierra era económico desde la propiedad y producción, no deja de ser indisociable de su carga simbólica transformadora.

Por lo tanto no se trata sólo de defender los recursos naturales de la deforestación o fundar muchas organizaciones de defensa de los animales, o marchar por los derechos territoriales de muchas comunidades. Estas movilizaciones tienen que partir de esta conciencia descentrada sobre lo humano, la determinación de que lo meramente humano trasciende nuestra individualidad, está en el encuentro. Llamar a la tierra madre, como lo hace nuestro pueblo andino expresa mucho. Todos reconocemo cuál es el sentimiento que nos despierta nuestra madre. Sentirla así implica formar una relación ética que ordena otras relaciones y es además la conciliación de la diversidad. Comer una Pachamanca o una huatia, o poner una piedra al cuy para que se “chacte” implica llevar esa armonía con la tierra a lo más cotidiano. Los llamados pagos o despachos que aun se hacen, incluso ilustres arequipeños de antigua cepa, es participar de este orden donde la reconocemos en el lugar donde vivimos no sólo un espacio sino una fuente de crecimiento, energía y valores.


2. Encuentro como “Tinkuy”

Una segunda dimensión de la ética que proponemos es la del encuentro como “Tinkuy”. Esta palabra quechua es una raíz muy interesante, tiene varios referentes, tiene que ver con la confrontación interpersonal, con el encuentro súbito, con la confluencia de dos ríos. El Tinkuy andino es expresión de lo humano pero también figura de lo natural. Hay por lo menos tres acepciones que generan términos semejantes que nos explican mejor esta segundo principio:

a) El tinkuy puede ser encuentro de confrontación que lleva incluso a la violencia ritual o efectiva, una muestra está cerca de aquí en ya célebre Takanakuy Chumbivilcano que es un “encuentro de cuerpos y pensamientos para medir y contrastar dos impetuosidades” Así lo define Laime[2] en su estudio sociológico intracultural del Takanakuy. Hay varios motivos que llevan a esta práctica y en texto citado se hace referencia a varios de ellos, sin embargo nuestro análisis no es sociológico ni antropológico sino ético. Plantear el encuentro en estos términos implica sinceramiento, diálogo, compromiso con el otro, ya que a veces asisten personas para apoyar a los litigantes. Lo que se busca es retornar a la armonía a través no de un hecho manipulado por alguna de las partes, es un acuerdo entre pares y una confrontación que no necesariamente debe llevar al la violencia desmedida. Puede sonar un barbarismo desde nuestra mirada “civilizada” pero en nuestros parámetros civilizados se generan violencias solapadas mucho más dañinas que estas, es más hemos hecho, en esta suerte de dualidad moral engendrada desde los griegos, un espectáculo de la violencia, espectáculo hoy bien pagado. La confrontación física no es lo más importante en esta forma de TINKUY, es solamente la expresión visible de algo mucho más ético que nuestros eternos litigios. Sin embargo no es nuestra intención alentar la violencia, pero si la confrontación libre, sincera y definida de ideas, acciones, sentimientos. La moral de la diplomacia que encubre, que complica, que termina engañando, esa moral no genera encuentro sino desencuentros.

b) El tinkuy es también armonía, conciliación. Es la comprensión más generalizada del tinkuy. Son experiencias interpersonales que generan amistad, y equilibrio. Esta dimensión tiene que ver con la parte festiva y canto que acompaña el Takanakuy llamada Waylilla. En este canto hay pena, pero también esperanza, hay gozo por el triunfo y consuelo por la derrota. Todos la cantan, finalmente todos han ganado algo, la paz, la superación del conflicto. Esta dimensión de equilibrio de fuerzas es propia del TINKUY y tiene algo de relación con aquella categoría que plantea Aristóteles en la Ética a Nicómaco, Mesotes. El griego "Mesótes” tiene varios significados, aunque todos terminan por coincidir en un mismo campo semántico: centro, mediador, imparcialidad, neutralidad, reconciliación. El "Mesotes" se ha traducido como justo medio. Inicialmente nada nos indica su relación con los conceptos de justeza o justicia a no ser esta traducción, justo medio. En cualquier caso, decimos justo medio, porque los griegos consideraron este punto intermedio como un ámbito en el que quedaban de lado cualquier tipo de desenfrenos y errores.
La condición de centralidad, casi espacial, ante la disgresión o el exceso constituye otra dato para comprender el significado de tinkuy que permite además hacer de mediador y reconciliador. De esta forma, tanto griegos como andinos, ellos como nosotros, intentamos enfrentar la medianía con los puntos extremos como dos extremos de un precipicio. En lugar de vocear y clamar a las profundidades del abismo la lejanía de los dos extremos, RECONCILIAN ambos, construyendo un puente, que será nuestro justo medio. Queda de lado, pues, el espanto de los dos extremos (la avaricia y la prodigalidad) y con la prestancia de la victoria la parte media. El puente toca ambos desvaríos y en lugar de quedarse en ellos los reconcilia y manifiesta su brillantez por haber conseguido bandear ambos puntos conflictivos.

c) La tercera acepción proviene de un uso más toponímico, en la tierra, dos ríos o dos caminos que se encuentran hacen tinkuy, y de estos tinkuy se forman ríos más grandes o caminos nuevos. Esta tercera acepción nos pone ante otra figura muy sugerente del TINKUY que es la suma de fuerzas, la de apertura de nuevos sentidos. El encuentro implica esto también, ser uno, compartir como aliados para fortalecer una opción. Salir al encuentro del otro desde esta concepción ética es además de compañía, sentido, complemento. ¿Alguna vez hemos sido capaces de valorar a quienes nos hemos encontrado como potencialidades que se suman a las propias? La moral de la individuación nos lleva a la desconfianza, el que sale a nuestro encuentro es por que algo quiere, no es por que algo me va a dar. Es posible cambiar esta comprensión? Diríamos que no sólo debe ser posible sino tiene que ser una política de vida, de lo contrario las relaciones humanas se van a seguir deteriorando al punto de terminar encerrados en una botella como algunos futuristas pintan las sociedades que se advienen. Hacer del encuentro una suma de fuerzas y una apertura de sentidos es parte de este proceso de recuperación de la confianza.[3]

3. Encuentro como aceptación de la diversidad y sus paradojas

Uno de los paradigmas sobre los que está construida la modernidad y la racionalidad instrumental es el paradigma de lo UNO, de “cierta” uniformidad y totalidad. Esto ha devenido en un liberalismo que respeta las particularidades pero que impone reglas comunes. En toda sociedad hay normas y estas están basadas en discursos éticos (explícitos o implícitos, es decir simbólicos) sin embargo son pocas las civilizaciones que mantienen categorías que permiten articular los contrarios sin negarlos. Occidente tiende a oponer contrarios, sin embargo culturas como la oriental, con el famoso Yin Yan del Taoismo y que Confusio lo generaliza en China, o la andina con la simbología recién estudiada de la armonía de los mundos y la vida (Chakana) son ejemplos de algunas culturas que han logrado síntesis creativas entre contrarios son caer en oposiciones excluyentes. Alguna vez nos hemos hecho la pregunta del por qué en los andes se baila tanto, y hay tantas variedades, como han supervivido y como se mantienen vigentes? Hay toda una cultura de respeto por la diversidad. Se sabe por los cronistas que parte de las negociaciones de Atahualpa con los nuevos forasteros fue darles un lugar en su reino. Se les invitó a compartir ofrendas, pero la cultura de lo UNO, de la PALABRA, de la única religión, del único Dios, termina por imponerse y aniquilar la diversidad.

Una ética del encuentro no anula las partes, no invisibiliza las diferencias, permite su desarrollo, su convivencia e intercambio, por eso es intercultural. Es preciso formar conciencias éticas que deconstruyan el pensamiento hegemónico de lo UNO y se abran a la pluralidad. De seguir con estos paradigmas lo que nos espera son décadas de guerras y confrontaciones (Bush). La ética del encuentro en algunos espacios de occidente se expresa como esta búsqueda o construcción de mínimos sobre los cuales se fundan los primeros pasos de las interacciones[4]. Sin embargo, el paso a los mínimos supone una para compartir El encuentro como espacio para vivir en la armonía paradójica. Se trata de dejar de mitificar la paradoja, de asumirla como parte del día a día, como gran parte de nuestro cuerpo la asume. La paradoja puede hacernos caminar, es la chispa que nos lleva a seguir buscando entre lo deseable y lo pertinente. Deseable que todos nos entendamos, pero pertinente no hacerlo con violencia sino aceptando los tiempos y procesos.

En esta línea ética vienen trabajando algunas escuelas de pensamiento (alemán) que plantean un tránsito del “logos” al “polylogos” a través de estrategias dialógicas pluriculturales. La configuración de este polylogos generará un modelo social plural que sea más pertinente con este mundo globalizado, donde las fronteras se minimizan y las diferencias se agudizan. Por ello debemos entender la crisis de la razón moderna no como un paso para atrás sino como un paso hacia delante, donde lo que resulte de estas transformaciones será con miras a tener un mundo más pertinente.


4. Ética del encuentro que genera relaciones duraderas

Finalmente planteamos que la Ética del encuentro debe hacer de los aportes de la crisis de la modernidad un patrimonio para el nuevo milenio, esto significa, redefinir lo humano no como lo individual, sino como lo auténtico, que como vimos en Taylor, implica una dinámica social que genera espacios, discursos y prácticas identitarias autónomas gracias a un proceso que recupera para sí el aporte de los otros como colectivo o del otro como interlocutor. Esto implica una atención a tres niveles de autenticidad:

a) Autenticidad hacia uno mismo: reconciliación con la totalidad del ser persona que no se queda en el plano lógico, que toma en cuenta expresiones de cariño y la calidez, que pone en vigencia sus sentimientos. Pensar en una ética de sentimientos morales es también pensar en una ética de la ternura, con una perspectiva de género (no solo de mujeres) que permita completar la frialdad de las razones de nuestro hemisferio izquierdo con la “lógica” de los sentimientos.[5]

b) Autenticidad hacia el otro (individual y social): Implica reconocer la centralidad de la amistad, de la necesidad de salir de uno para ser completamente uno, la individuación no se acaba en uno mismo, se completa y se realiza en y con los otros. Esto implica saber dar tiempo para el trabajo y el amor, el ocio, la tertulia y la contemplación. Hacer que la YAPA sea una práctica cotidiana, donde el dar más no sea de tontos sino de educados. Volver al silencio del agradecimiento y al acto “agradecido” (reciprocidad), y otras tantas formas de vinculo social que nos pueden enseñar nuestros hermanos de las comunidadaes andinas y amazónicas. Revitalizar el humor y los espacios de agradecimiento y la retribución, dar más tiempo a la amistad y no quedarnos en la dicatadura del trabajo. Pero además esta dimensión de la autenticidad es también política, es decir en su proceso de alteridad se reconoce conciente y cómplice de las inequidades sociales. Se compromete desde la transparencia de sus acciones con la promoción de la justicia social y el desenmascaramiento de la moral del mercader que solo piensa en su beneficio. Esto implica también cumplir roles políticos.

c) Autenticidad en las lógicas de pertenencia: Reconocer nuestros origenes, nuestras fuentes, nuestras determinaciones. Sentir con nuestro transitar por sus diferencias, hacer de nuestra identidad el mosaico de la diversidad. No cerrar puertas y quedarnos con los que piensan igual que nosotros, dejar que pasen y se encuentren con nosotros aquellos que piensan diferente, y procurar aprender de ellos. La ética del encuentro reconoce que somos parte de varios todos, no sólo de uno y que las dinámicas sociales pueden ser diversas cuando asumimmos que nacimos para el encuentro y este encuentro nos engrandece como el río, que junto a otro río crece y crece. Celebrar la pertenencia a un entorno, intentar sintonizar con la naturaleza, los animales, las plantas, etc y ser parte de esta totalidad. Desarrollo de las diferencias, un mundo que se reconoce heredero de una tradición social rica en significados y conocimientos no puede renunciar a su promoción y desarrollo de cara a un modelo de desarrollo humano sostenible.

5. Definición de la Ética del encuentro

A partir de todo lo que hemos venido diciendo ensayamos una definición de ética del encuentro:

“Un reflexión sentida, crítica y constante
sobre los principios, valoraciones y representaciones que dan sentido a la vida como la alegría, la justicia, la participación, la solidaridad y el respecto a la diferencia;
y sobre las normas que se construyen desde la certeza de ser partes de un todo, desde el lugar del otro y desde uno mismo
y que permiten una convivencia entre semejantes y diferentes;
una reflexión que reconoce y valora al otro como interlocutor
y que interpela las lógicas de poder que condicionan las relaciones humanas para transformar, recrear y hacer suyos principios y normas que respeten y desarrollen la pluralidad en un mundo que es de todos” [6]


La definición que hemos presentado parte de la construida como parte del trabajo en equipo realizada por un equipo del MED para el documento sobre formación ética, debemos resaltar algunas características nuevas como:

  • La reflexión que integra acto mentales y valorativos (afectivos) que permite la revisión, el análisis, la confrontación, el retorno sobre lo vivido.

  • Constante: Es decir que siempre se va haciendo, no hay pretensión de absolutizar, sino de responder al momento vivido

  • El contenido de lo ético son principios, valoraciones y representaciones, salimos un poco de la lógica del discurso e integramos aspectos de la diversidad

  • El sentido de la vida: La ética responde a la pregunta ¿qué se debe hacer, como se debe obrar? Y esta actividad tiene que ver directamente con la orientación de la vida, y sobre todo con los orientadores que son los principios y valores. Se proponen algunos que priorizan la dimensión relacional de la ética. Somos lo que somos por y con los otros. El sentido de la vida es personal, cada uno tiene una síntesis personal de principios y valores que determinan su orientación. Pero es también social pues muchos de ellos son compartidos por otros.

  • Las normas como construcción descentrada y participante, es decir que toma en cuenta no sólo la mirada parcial de quien propone, sino el acento está en la capacidad de aproximarse a la otredad (mundo o personas)

  • Interpela lógica de poder, es una ética que se complementa con la política para no caer en un relativismo emocional.

  • La vida en común: es un tipo de convivencia que parte del reconocimiento mutuo. Todo discurso ético moral se funda en la experiencia social, la ética de lo privado corresponde a todo un desarrollo del cristianismo y Kantiano, sin embargo en la actualidad hay otra tradición conocida sobre la dimensión social y la fuente de la eticidad.


6. Los nuevos espacios para concretar la ética del encuentro

Finalmente, nos parece importante ubicar esta propuesta en ciertos espacios en los que los encuentros generan desencuentros. La propuesta de Ética del encuentro propone un énfasis en ciertos valores que permita al ser humano de hoy, posmoderno, adnino, amazónico o tradicional una participación transformadora en el sistema.

a) Los medios de comunicación y la revolución “electronal” espacios virtuales: Es obvio que la televisión y la Internet están cambiando el mundo. Desde la capacidades de organizar saberes, la comunicación en tiempo real, la ampliación de la noción de espacio.
b) La globalización de la inequidad y la dominación del que tiene poder económico: esto implica reconocer que de partida estamos en un contexto adverso a lo que se pretende, con todo un sistema de reproducción de conciencias enajenas de su esencialidad, es decir su OTREDAD, para Justicia social, equidad, distribución de riqueza y revisión de nociones intencionales.
c) La reestructuración de los espacios de socialización primaria, el entorno familiar, y adulta: En contextos urbanos: los parques, las calles, las fiestas, polladas, etc.
d) Uno de los escenarios más desafiantes para la interculturalidad es el diálogo de saberes en una lógica con otra. El Polilogos Ética y diversidad.
e) Ecosofia como corriente significa dentro de la ecología que rebasa la posición antropocéntrica del movimiento ecológico, involucrando su dimensión espiritual y global. Ve también la necesidad de tomar medidas no sólo para la protección del medio ambiente, sino de impulsar un cambio profundo de la visión del mundo, que retorne a los principios universales.
f) Bioética, como "La conciencia de la ciencias medicas y biológicas, como una practica dinámica, racional, y reguladora de los valores éticos y deontológicos con la característica de ser multidisciplinaria y que tiene como objetivo la preservación de la dignidad humana en sus diversas expresiones"[7].
g) Etica del mercado, el trabajo, la competencia y la cultura del éxito. ¿Que tipo de relaciones permite? ¿cómo se responden desde la ética del encuentro?




7. Conclusión inconcluyente

“Haber perdido los valores” quiere decir haber dejado atrás el consenso originario, haber perdido la ingenuidad natural o tradicional -también la identidad latinoamericana-, pero quiere decir igualmente, en contra de lo que suponen los universalistas, seguir dependiendo de manera esencial, aunque no fuese más que en el sentido de la pérdida, de esas raíces culturales que nos constituyen fragmentariamente como individuos, como comunidades o como naciones. Y “tener que buscar o inventar nuevos valores” quiere decir estar en condiciones -o, si se quiere: estar obligados- a construir un nuevo ethos, pero quiere decir igualmente, en contra de lo que suponen los contextualistas, estar en condiciones de imaginar nuevas formas, más amplias, de solidaridad humana que no se restrinjan necesariamente a los lazos tribales.”[8]

Decimos finalmente que este esbozo de ética del encuentro para una Educación intercultural pretende dar algunas luces sobre como podemos tener un fundamento ético pertinente y válido desde nuestra lógica. La educación o formación ética que no tome en cuenta las condiciones socio culturales en las que vivimos, y sobre todo nuestra compleja diversidad, corre el riesgo de seguir reproduciendo dobles morales, discursos discriminatorios y serios problemas de representación ética por la falta de reconocimiento que transmitimos al negar, no sólo nuestro horizonte cultural sino las diferentes llamadas del mundo contemporáneo a la refundación de la racionalidad.

Esta presentación parte de un saber, que sí consideramos absoluto, el pensamiento es débil y solo su debilidad puede transformar conciencias. El pensamiento débil, termina callando y dando paso al testimonio, el pensamiento débil desconfía de las palabras, valora los hechos, el pensamiento débil es propedéutico no determina, solo ayuda a... Todo pensamiento fuerte termina por sacralizar y momificar la vida. Por eso trataremos de decir finalmente, solamente:



  • Hagamos un TINKUY

  • Para encontrarnos en el rostro del otro

  • Para luchar contra los prejuicios culturales que invisibilizan nuestra tradición

  • Para descubrir nuestras limitaciones y trabajar juntos por superarlas

  • Para marchar contra la inequidad y contra la injusticia

  • Para descubrir juntos alternativas más humanas a la lógica del mercado liberal

  • Para ser un poco mas nosotros y menos otros.




    José Antonio Vásquez Medina


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NOTAS


[1] Testimonio extraído del artículo de Ángela Uribe Botero “El caso U’wa: entre el vuelo de las tijeretas y la forma de la ley” Werjain Shita “U’wa: visión y testamento, 19 de enero 2002” en www.antiglobalizaciñón.org/germinal/diversidad/doo14/htm. Racionalidad y Discurso mítico
[2] Laime Mantilla, Víctor. Takanakuy Cuando la sangre hierve. Cusco, Wilkar 2003
[3] Hay una reciente campaña en EEUU de recuperación de la confianza “Building the culture thust” pues encuentro implica confianza, bajar defensas, ser vulnerable, lo contrario a ella no es ético. Esto muestra el retorno a una lógica donde el individuo se hace con los otros.
[4] Ver los aportes a la teoría etica de mínimos de Adela Cortina. El quehacer ético, guía para la educación moral
[5] Sobre este tema Jose Antonio Marina, un periodista y filósofo español, muy prolífico y leído en los últimos años ha desarrollado toda una propuesta de recuperación de esta dimensión y su impacto ético político.
[6] A partir de la definición construida por equipo del MED para la Propuesta de Formación ética - 2006
[7] Sela Bayardo, Gerardo. Bioética y globalización. Buenos Aires. Prae 2002
[8] Guisti Miguel, Ética, Politica y Sociedad. Sala de lectura del programa de Educación en valores. http://www.campus-oei.org/valores/giusti.htm

1 comentario:

lucia dijo...

hola soy Lucía, de Argentina, y me gustó muchísimo su entrada. estoy haciendo una tesis y necesitaría comunicarme con usted para consultarlo, si pudiera mandarme un mail para que pueda comunicarme con usted. muchas gracias, espero su respuesta
Lucía